Pepino de mar

El pepino de mar es un equinodermo marino de cuerpo alargado, blando y cilíndrico recubierto por una piel rugosa, gruesa y dura. Presenta numerosos pies ambulacrales en su superficie ventral que le permiten desplazarse por el fondo marino.

Su cuerpo presenta un diseño curioso: la boca y el ano se sitúan en extremos opuestos. Alrededor de la boca se despliegan entre 10 y 30 tentáculos, que forman parte de su sistema vascular de agua y contribuyen en la alimentación.

Como otros equinodermos, destaca por su sorprendente capacidad de regeneración. En situaciones de amenaza, puede expulsar voluntariamente parte de sus órganos internos, un proceso conocido como evisceración, para distraer a los depredadores. Posteriormente, es capaz de regenerar los tejidos perdidos, una estrategia defensiva tan extrema como eficaz.

Su coloración es marrón-rojizo.

Habitan en fondos arenosos y fangosos ricos en materia orgánica o en fondos duros con vegetación.

Se alimenta principalmente de sedimentos ricos en materia orgánica, cumpliendo un papel esencial en el ecosistema bentónico.

Tienen una manera de comer muy característica, ingieren enormes volúmenes de arena llena de materia orgánica. En el intestino, los nutrientes son absorbidos y, más tarde, se expulsan por el ano finos cordones de arena recubiertos con una sustancia mucosa.

Miden entre 20 y 30 cm.

El pepino de mar es un alimento con un perfil nutricional muy interesante, adecuado para dietas equilibradas y bajas en grasa. Presenta un contenido calórico muy bajo y aporta proteínas de alto valor biológico, con todos los aminoácidos esenciales necesarios para el mantenimiento y regeneración de tejidos.

Destaca por su alto contenido en colágeno, lo que lo convierte en un ingrediente con beneficios potenciales para la salud de la piel, las articulaciones y el tejido conectivo.

Además, es una fuente significativa de minerales como calcio, magnesio, hierro y zinc.

También contiene vitamina A y vitaminas del grupo B, especialmente niacina (B3) y riboflavina (B2).

Durante mucho tiempo, el pepino de mar fue considerado un producto sin valor comercial y apenas se utilizaba más allá del consumo local. Los pescadores del Mediterráneo, al encontrarlo en sus capturas junto a otras especies menores, comenzaron a experimentar con él en sus propias cocinas. Descubrieron que, bajo su apariencia poco atractiva, escondía una carne blanca, tierna y sabrosa, ideal para enriquecer arroces, guisos marineros y calderetas. Así, durante décadas, fue un ingrediente humilde reservado casi exclusivamente a los hombres del mar. No fue hasta finales del siglo XX cuando la alta cocina puso sus ojos comenzó a valorarla por su textura y su delicado sabor a mar, convirtiéndola en un auténtico manjar gourmet.

Actualmente, el pepino de mar se consume fresco, congelado o deshidratado. En la gastronomía mediterránea se utiliza en arroces, guisos y a la plancha, mientras que en la cocina asiática es muy valorado en sopas y platos medicinales.