Congrio

El congrio es un pescado semigraso. Su cuerpo es alargado y cilíndrico (anguiliforme), con una forma de rendija, que llega hasta el vientre. No tiene escamas.

No tiene aletas ventrales y las pectorales son muy pequeñas en comparación con su cuerpo.

Su cabeza tiene forma redonda con una boca grande y con dientes pequeños y puntiagudos. Los ojos del congrio son grandes y de color amarillento.

Es de color gris oscuro y la zona del vientre más clara.

Se alimentan de crustáceos, peces y calamares.

Su tamaño puede abarcar desde los 60 cm a los 2 m y su peso oscila entre los 6 y 12 kilos.

El congrio es un pescado semigraso, esto es, dependiendo de la época del año varía su porcentaje de grasa.
Contienen entre un 2 y un 5 % de grasa, aproximadamente.

Su contenido proteico no es muy elevado, si bien sus proteínas poseen un alto valor biológico.

En cuanto a vitaminas, el congrio es uno de los pescados que más vitamina A tiene, beneficiosa para mejorar la absorción del hierro y su fijación en nuestros huesos. En menor cantidad, también contiene vitaminas del grupo B (B1, B2 y BN3). Estas colaboran en el aprovechamiento de los hidratos de carbono, proteínas y grasas. Además, tiene vitamina D, necesaria para el buen mantenimiento del sistema óseo.

Es rico en minerales como el potasio, el fósforo y el magnesio, imprescindibles para el fortalecimiento de nuestros huesos y dientes.

Una de las recetas más habituales es la paella de marisco con congrio, añadiéndole almejas, guisantes, con diferentes salsas y aliños.

Para elaborar una receta basada en el congrio y poder obtener un buen resultado, es importante saber que la parte del congrio más próxima a la cabeza es más sabrosa.

El origen del congrio seco tiene lugar en el s. XV o XVI, cuando en Calatayud existía una gran industria que elaboraba cuerdas para barcos, que después se comercializaban por los puertos de toda España.
Tras vender su mercancía en el puerto de Munxía (A Coruña), los sogueros bilbilitanos aprovechaban para traer grandes cantidades de congrio que, para que soportasen aquellos viajes tan largos, debían secos.
Munxía contaba con secaderos de congrio que hicieron posible el proceso, que fueron aumentando cuando creció el intercambio comercial entre ambas localidades.
Así, se popularizó su consumo de un producto de mar en un municipio sin costa, siendo el plato más popular los garbanzos con congrio.
Con el paso del tiempo, la industria de la soga en Calatayud sufrió un declive y con él decayó también la relación comercial con Muxía y sus secaderos, que también se vieron afectados.

En la actualidad, se intenta mantener la relación entre ambos municipios para no perder la tradición cultural, comercial y gastronómica entre ambos municipios.